Realmente este escrito es simplemente HERMOSO!!
Los textos donde vamos a contemplar a este Dios distinto. Yo lo que quería era que le quedara muy claro lo siguiente: Que el Dios de Jesucristo es otro Dios diferente y hay que volver a aprender. Es como si a uno le tocara aprender de nuevo, o a aprender a andar de nuevo, como esas personas que han tenido un gran accidente y después de muchas operaciones, tienen que empezar una fisioterapia para poder volver a caminar. Más o menos eso nos toca.
Este Dios no tiene nada que ver con el Dios de antes, con ese Dios terrible del catecismo, castigador. No tiene nada que ver, es una realidad nueva, nueva, nueva. El otro esquema lo pongo para que ustedes entiendan por qué Jesús hizo tanto cortocircuito con su época.
Vamos a comenzar viendo dos realidades, dos textos bien complejos. Los dos textos hablan de un conflicto de Jesús. Uno del evangelio de Juan que es el segundo y el primero el monumento, la belleza. Esta es la síntesis de todo el evangelio. El capítulo 15 de san Lucas. Ese capítulo 15 de san Lucas son las parábolas de la misericordia. La oveja perdida, la moneda perdida y los hijos perdidos. Fíjense que no dije el hijo perdido, dije los hijos perdidos, porque ese papá tiene dos hijos y los dos hijos están perdidos, cada uno de una manera diferente.
Comienzo a leer. En aquellos tiempos todos (es una típica exageración lucana) todos. Lucas está hablando de que la labor de Jesús está dirigida a todos no únicamente a un grupo sino a todos los pecadores, es decir, a todos los impuros. En aquellos tiempos todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle y los fariseos y los escribas y las señoras devotas murmuraban diciendo. ¿Ven que los fariseos son los devotos de la época? Son los señores del Santo Sepulcro que fueron a ponerle problema al párroco porque dejó entrar a una señora muy escotada en la iglesia. Esos son. Esos señores del Santo Sepulcro, que cargan el Santo Sepulcro todas las Semanas Santas, hay uno de ellos que tiene otra, pero eso no lo dicen.
Eso es más o menos el problema de Jesús con los fariseos, por eso les dice, hipócritas, sepulcros blanqueados, lavan la copa por fuera pero por dentro está llena de carroña y de inmundicia, y toda la labor de Jesús es, abran los ojos y dense cuenta que también ustedes son pecadores, es decir, que ustedes también están acá y que necesitan papá. Y ellos, no, nosotros estamos acá, somos buenos, somos puros y no necesitamos a su Dios Padre, pero es el colmo que usted se acerque a comer con esa gente.
Los fariseos y los escribas murmuraban diciendo, ese acoge a pecadores y come con ellos. Primer problema, acoge pecadores. Los pecadores hay que rechazarlos y hay que rechazarlos ¿por qué? porque ensucian al pueblo.
El proyecto del pueblo de Israel es ser un pueblo puro y por culpa de los impuros no puede serlo. Esa manera de pensar de los seres humanos, a los suciecitos dejémoslos allá, hasta el día de hoy no nos la hemos podido quitar. Montones de personas bien intencionadas somos hablando de que a zutanito y a fulanita no los deberíamos invitar. Les garantizo que hay varias familias muy cristianas de la ciudad donde el hijo separado que vive en segundas nupcias con una muchacha no le invitan a las fiestas para no hacer sufrir a mi mamá.
¿Oísteis? Es que el hijo separado se ha vuelto a casar, bueno en verdad no es casado sino arrejuntaito, ¿no tiene derecho a tener mamá? Ah no, porque somos una familia muy cristiana. Muy cristiana no, muy ampona. Ustedes no son cristianos, si fueran cristianos acogerían al pecador. Que yo sepa el Dios de Jesús acoge al pecador no lo rechaza. Somos como arrevesaítos ¿no es cierto?.
Ese acoge a pecadores. Primer problema. Segundo problema: y come con ellos ¿por qué es problema comer con ellos? Porque en la tradición judía el que comparte la comida comparte la intimidad, por lo tanto comer con un pecador es compartir el pecado del pecador, compartir la impureza del impuro.
Lo típico es que el puro se separa del impuro. De hecho, los fariseos eran separados. Cuando volvían a casa se lavaban para quitarse lo que se les podía haber pegado de los demás. En cambio Jesús se deja tocar ¿sabían ustedes que la impureza se transmite por contacto? Si a mí me toca un impuro, quedo impuro.
Jesús se deja tocar de los impuros. No solo se deja tocar, Él los toca. Miren la mayoría de los milagros, Jesús toca, Jesús es muy tocón. Mete los dedos en los oídos, escupe, hace barro con su propia saliva y lo aplica en los ojos. A Jesús le encanta el contacto físico con el pecador ¿saben qué está diciendo con el contacto físico? Te acepto. Porque si no hay contacto físico estoy separado de ti, te rechazo. Pero compartir la comida es compartir la intimidad, es un escándalo para un fariseo sentarse a comer con un pecador.
Este problema ya había aparecido desde que Jesús llamó a Mateo. Mateo era publicano, recaudador de impuestos, impuro porque trabajaba para Roma. Prepara una fiesta que se llena de pecadores y publicanos y Jesús se va a comer y allí están los fariseos que le dicen a sus discípulos, su Maestro ¿por qué come con pecadores? Jesús lo oye y dice, no necesitan médico los sanos sino los enfermos, no vine a llamar a justos sino a pecadores, vayan y aprendan lo que significa misericordia quiero y no sacrificios.
Comentando los evangelios. Estoy casi seguro que la mayoría de los cristianos no hemos leído esa página, seguimos creyendo que son más importantes los sacrificios que la misericordia, seguimos creyendo que Él vino para los justos y no para los pecadores.
Fíjense que en el contexto que nos van a plantear las tres parábolas la oveja perdida, la moneda perdida y los hijos perdidos, es un contexto de un conflicto de Jesús con los fariseos.
Jesús tiene que explicar a los fariseos por qué Él actúa como actúa, por qué acoge pecadores y come con ellos y la explicación de Jesús va a ser hermosa, va a decir yo acojo a pecadores y como con ellos porque así es mi Papá, y yo soy imagen de mi Papá, yo hago la voluntad de mi Papá y me comporto como se comporta mi Papá.
Entonces ¿cómo es su Papá? Mi Papá es así: Mi Papá se parece a un pastor que tenía cien ovejas. Leamos la primera parábola. ¿Quién de ustedes que tiene cien ovejas si pierde a una de ellas ¿no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra y cuando la encuentra la pone contento sobre sus hombros y llegando a casa convoca a los amigos y vecinos y le dice: Alégrense conmigo porque he hallado la oveja que se me había perdido. Les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión.
Primera clave para leer parábolas. Las parábolas se plantean como algo muy normal algo que es anormal, por ejemplo la parábola del sembrador plantea como muy normal que un tipo siembre en el camino pero no es normal, es algo muy raro ¿qué quiere decir que Dios siembra en el camino? Que Dios siembra su amor en todos los terrenos. Dios no escoge únicamente, a ver de todos los que estáis acá ¿Quiénes son tierra buena? Es decir con quien no estoy perdiendo el tiempo. Vinieron doscientos cincuenta ¿Quiénes son tierra buena con quienes no voy a perder el tiempo? ¿Veinte? ¿Treinta? Entonces váyanse los demás.
No. Dios no es así. Dios tira la semilla en todas partes porque Dios cree en todos. Pero tal y como lo narra la parábola es como si fuera normal dejar caer semillas por todas partes. Uno piensa en ese sembrador de la parábola del sembrador y es como si tuviera un saco roto porque por donde va pasando se le van cayendo las semillas. Así de bobito es Dios, lo más de lindo.
Lo mismo pasa con esta parábola, te plantea como la cosa más normal del mundo ¿quién de ustedes que tiene cien ovejas, si se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el desierto y se va a buscar la perdida? Les pregunto ¿alguno de ustedes haría eso? ¿No es preferible cuidar las noventa y nueve que ir a buscar una que alomejor a esta hora ya está muerta? La parábola plantea como normal algo rarísimo y eso rarísimo es descuidar noventa y nueve para ir a buscar una. Ustedes me dirán, no las descuida, las deja en el redil. El texto no dice redil, dice desierto. Cuando nos explicaban esta parábola cuando éramos chiquitos nos la explicaban descafeinada. El pastor llega y las mete en el establo, cierra la puerta y pone el candado y se va a buscar la otra. No, no, no, las deja abandonadas en el desierto y se va a buscar la perdida.
Pregunta. ¿Por qué abandona noventa y nueve en el desierto? ¿Saben por qué? porque no existen ¿Cómo así que no existen?
Todos somos ovejas perdidas. Lo que pasa es que los fariseos creen que ellos no están perdidos, pero para Dios todos estamos perdidos porque todos somos pecadores, por eso estas no importan, no importan cuando tomen conciencia de que están perdidas. Porque para Dios su única ovejita que es cada uno de nosotros, porque a cada uno de nosotros nos llama como si fuéramos su única ovejita. Había dos hombres, uno era muy rico y tenía muchos rebaños, el otro era muy pobre y tenía una ovejita. Ese es Dios. Dios tiene una ovejita no más. Esa ovejita eres tú. Y esa única ovejita se le perdió. Las noventa y nueve son los fariseos que se creen justos, que cuando abran los ojos se van a dar cuenta que también están perdidos y que Dios también tuvo que salir a buscarlos y cuando los encuentre si se dejan encontrar, los va a cargar sobre sus hombros y va a llegar feliz donde los amigos a decirles: alégrense conmigo, encontré la oveja que se me había perdido. Les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión.
Les traduzco. La alegría de Dios no es el justo, la alegría de Dios es el pecador que se convierte, no el justo que se cree justo sino el pecador que se convierte. Por eso yo acojo a pecadores y como con ellos, porque estoy buscando ovejitas perdidas.
Juan Jaime Escobar
No hay comentarios:
Publicar un comentario